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Para muchos, la pitaya es una fruta tradicional muy ligada a la identidad de la Mixteca; sin embargo, para cientos de familias, representa mucho más: una fuente de ingreso económico y una esperanza ante las dificultades del campo.
De acuerdo con Rogelio Olarte, representante de productores de fruta de temporada en la región, esta fruta se cultiva actualmente en al menos 12 municipios de la Mixteca Poblana y 20 de la Mixteca Oaxaqueña, con una producción variable según la zona.
Señaló que en las comunidades productoras, 5 de cada 10 familias dependen económicamente de la venta de esta fruta de temporada.
Aunque muchas familias se movilizan a plazas más grandes como Acatlán, Izúcar de Matamoros, Huajuapan de León, la ciudad de Oaxaca o incluso Puebla, la mayoría se ve obligada a vender su producto a intermediarios conocidos como “coyotes”, quienes compran a precios bajos para revender a un mayor costo en los mercados regionales.
Olarte explicó que el coyotaje es una práctica común desde hace décadas en la Mixteca, tanto poblana como oaxaqueña, lo que limita el beneficio económico directo para los productores, especialmente aquellos que no pueden costear el traslado a mercados más lejanos. A esto se suma que la pitaya es un producto altamente perecedero, por lo que muchas familias se ven forzadas a vender rápidamente para evitar pérdidas.