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La contaminación del Río Balsas —también conocido como Río Atoyac— ha llegado a un punto crítico. Vecinos de Tehuitzingo y autoridades locales alzaron la voz y se presentaron ante la delegación estatal de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en Puebla para exigir atención inmediata. ¿La razón? Un río que apesta, corre oscuro y amenaza la salud pública.
La comitiva fue encabezada por el presidente municipal Jorge Estrada Gervasio e incluyó inspectores y ciudadanos de comunidades como Puente Marqués, San Vicente Ferrer, Tuzantlán y San Francisco. Todos ellos, testigos directos del deterioro del afluente.
Durante una reunión clave, los habitantes describieron el agua como “putrefacta” y relataron cómo los malos olores ya invaden sus hogares. Lo que antes era un río de vida, hoy parece una cloaca a cielo abierto. Y es que, como lo recordaron algunos pobladores, ya en 2013 una crisis similar provocó la muerte masiva de peces, dejando una huella difícil de borrar.
Acciones conjuntas entre los tres niveles de gobierno. No bastan los diagnósticos. Se necesita reforzar la vigilancia ambiental, aplicar estrategias reales de saneamiento y, sobre todo, evitar que el desastre se repita. La administración de Tehuitzingo reafirmó que no bajará la guardia y continuará gestionando soluciones.
La verdad es que el problema del Río Atoyac no es nuevo, pero sí cada vez más visible. ¿Hasta cuándo se dejará avanzar esta crisis ambiental?