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Nos nombramos, nos escuchamos, volamos: niñas y niños construyen la esperanza Especial

Nos nombramos, nos escuchamos, volamos: niñas y niños construyen la esperanza

En el marco del Día de la Niñez, es fundamental recordar que el respeto, la igualdad y la justicia para los géneros se construye desde la infancia.

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 En México hay más de 36 millones de niñas y niños, lo que representa el 28% de la población.
El viento agitaba las ramas mientras niñas y niños de distintas ciudades —Jacona, Irapuato, Ciudad de México— se acomodaban en círculos. Había expectativa, curiosidad, quizá incertidumbre. No era un día cualquiera. Era el 8 de marzo, y en ese campamento, lejos del ruido de las calles, sus voces comenzarían a transformar la manera en que se miraban a sí mismos y a quienes los rodeaban.
Bajo la guía de estudiantes de la IBERO Puebla y otras mujeres voluntarias, las niñas iniciaron con una pregunta sencilla pero profunda:
—¿Qué han escuchado del 8M?
Las respuestas fueron muchas. Algunas hablaban de la lucha de las mujeres, otras mencionaban derechos, pero también surgieron mitos e incertidumbre. Pronto entendieron que el 8M no es solo un día: es un espacio de lucha, de encuentro y de esperanza, también para las niñas.
Cerraron los ojos e imaginaron a una mujer que admiran. En pequeños papeles escribieron su nombre y las razones por las que la consideraban una superheroína. No solo hablaron del amor y cuidado de sus mamás, abuelas o hermanas, sino de lo fuertes que son para salir adelante.
—Mi mamá es mi superheroína porque, aunque en su trabajo la tratan mal, ella sigue adelante para mantenernos—, dijo una niña con la voz entrecortada.
Muchas asintieron y algunas dejaron que las lágrimas hablaran por ellas. Se reconocieron en esas historias, en esas luchas que tantas veces pasan desapercibidas. Mientras tanto, en otro círculo, los niños iniciaban desde su propio mundo. ¿Cuáles son sus actividades favoritas? Futbol, videojuegos, deportes. Todo parecía normal hasta que una pregunta los detuvo:
—¿Cuántas niñas juegan futbol con ustedes?
El silencio fue la primera respuesta. Luego, algunas voces comenzaron a repetir frases que habían oído antes: “Las niñas no corren tan rápido”, “lloran por todo”, “mejor que jueguen cosas de niñas”.
Al principio, no pensaban que ellas pasaran por eso. Para ellos, todo parecía igual. Pero cuando escucharon las historias de sus compañeras, cuando entendieron que esas frases no eran solo palabras, sino barreras reales, algo en ellos cambió.
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De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2022) 1 de cada 5 niñas y niños de 9 a 11 años sufrió discriminación. Casi la mitad (48%) de las infancias consideró que su opinión no era tomada en cuenta. __________________________________

Los varones continuaron con la actividad, primero identificando sus propias realidades y luego poniéndose en el lugar de las niñas. Comprendieron que los caminos que recorren no son los mismos. Al final, escribieron mensajes para ellas:
—Me dio tristeza escuchar lo que sienten. No quiero que vivan eso.
El espacio también les permitió abrirse. Algunos compartieron que han crecido con la idea de que "los hombres no lloran". Uno de ellos mencionó:
— Mi papá dice que yo no debo llorar, por eso casi no lo hago.
La actividad no solo sirvió para que comprendieran la realidad de las niñas, sino también para que reconocieran las cargas que ellos mismos llevan. Más tarde, las niñas recorrieron el “camino de la marea morada”, donde los niños habían dejado mensajes de apoyo para ellas. Algunas leyeron en voz alta, sorprendidas:
— Pensé que no les importaba, pero ahora sé que sí.
Al volver al círculo, compartieron lo que sintieron al leer esas palabras. La emoción era palpable. Una de las jóvenes universitarias leyó un poema escrito por una de las chicas del campamento: “Mi niña, que nunca se te olvide volar alto, grande...”. Las palabras resonaron en ellas como un eco de posibilidad. Sí, podían imaginar otros mundos. Sí, podían soñar. Y, sobre todo, sí, podían volar.
Ese día, entre conversaciones, lágrimas y abrazos, niñas y niños comprendieron que la lucha por la igualdad no es solo de las mujeres, sino de todas y todos. Que juntas, juntos, pueden construir caminos más justos.
El sol caía sobre el campamento, pero la semilla sembrada ese día seguiría creciendo mucho después.


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