• Publican advertencia con imagen satelital en X

• OIEA pierde visibilidad sobre producción nuclear iraní

DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos.— En el séptimo día de su ofensiva, el ejército israelí confirmó que su más reciente ronda de ataques aéreos tuvo como objetivo Teherán y otras regiones clave de Irán, incluyendo el reactor de agua pesada de Arak, ubicado a 250 kilómetros de la capital iraní.

La advertencia se difundió el jueves a través de un mensaje en X (antes Twitter). El contenido incluía una imagen satelital de la planta nuclear marcada con un círculo rojo, una táctica que Israel ya ha utilizado en bombardeos anteriores.

Este nuevo ataque ocurre apenas un día después de que el líder supremo iraní rechazara los llamados de rendición de Estados Unidos, y advirtiera que una intervención militar extranjera podría provocar “daños irreparables”. Como respuesta, Israel relajó algunas restricciones internas, lo que podría interpretarse como un indicio de que la amenaza inmediata ha disminuido.

La campaña aérea israelí ya ha impactado instalaciones sensibles como la planta de enriquecimiento de Natanz, los talleres de centrifugadoras cerca de Teherán y una planta nuclear en Isfahán, dejando un saldo letal: varios generales de alto rango y científicos nucleares iraníes han muerto.

Por su parte, Irán ha disparado más de 400 misiles y cientos de drones, causando al menos 24 muertes en Israel y daños significativos en zonas residenciales.

El reactor de Arak, al utilizar agua pesada para enfriar, puede generar plutonio como subproducto, abriendo otra vía para el desarrollo de armas nucleares. Aunque Irán aceptó rediseñar esta instalación en el acuerdo nuclear de 2015, en 2019 reactivó su circuito secundario con el apoyo de Reino Unido, tras la retirada de EE.UU. del acuerdo bajo el gobierno de Donald Trump.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha solicitado evitar ataques a instalaciones nucleares. Sin embargo, su última inspección fue el 14 de mayo. Actualmente, el organismo admite haber perdido la “continuidad de conocimiento” sobre la producción de agua pesada en Irán, lo que impide verificar con certeza sus niveles de producción y reservas.