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Moscú enfrenta este lunes una nueva oleada de condenas internacionales y acusaciones de crímenes de guerra, luego que el retiro de soldados rusos de las afueras de Kyiv revelara calles cubiertas de cadáveres de lo que parecían ser civiles, algunos aparentemente asesinados a quemarropa.
Las imágenes de cuerpos maltratados tirados al aire libre o en fosas cavadas apresuradamente también provocaron llamados a sanciones más severas contra el Kremlin, principalmente una suspensión de las importaciones de combustible de Rusia.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski dejó la capital, Kyiv, para realizar el primer viaje reportado desde que inició el ataque ruso hace casi seis semanas, con el propósito de ver por sí mismo lo que calificó de “genocidio” y “crímenes de guerra” en el pueblo de Bucha, escenario de algunas de las atrocidades.
“Personas muertas han sido encontradas en barriles, sótanos, estranguladas, torturadas”, afirmó Zelenski, quien otra vez pidió a Rusia apurar las negociaciones para un acuerdo que acabe con la guerra.
Líderes europeos y el presidente del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas condenaron el derramamiento de sangre, algunos calificándolo de genocidio, y el presidente estadounidense Joe Biden dijo que el mandatario ruso Vladimir Putin debe enfrentar un juicio por crímenes de guerra.
“Este tipo es brutal y lo que sucede en Bucha es indignante”, declaró Biden, quien también prometió aumentar las sanciones económicas contra Moscú.