El foco de infección comenzó hace cuatro meses cuando aparecieron costales llenos de aves muertas esparcidos en el terreno –ubicado en Calle Guerrero y esquina San Bernardo- que tiene propietario, pero que de manera prepotente ha ahuyentado a quienes le solicitan que tome cartas en el asunto.

Perros callejeros se han encargado de abrir los costales, sacar las aves y esparcirlas por diversas zonas, así como la gran cantidad de plumaje, lo que aumenta el riesgo de infecciones.

El problema se reportó a las autoridades auxiliares así como a las municipales, incluso de manera directa a patrulleros que realizan rondines, pero no han atendido la queja ciudadana, de modo que sigue creciendo.

La versión más repetida entre los inconformes es que los restos provienen de una granja avícola en las inmediaciones la cual arroja los costales por las noches, sin embargo, no han podido confirmarlo.

El depósito de los costales ha sido constante y con una periodicidad de entre 15 y 20 días, cuando se estima que tiran cerca de 10 con 25 aves muertas al interior; de modo que la magnitud del problema preocupa.