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Energía vuelve a liderar los aumentos, pese a desaceleración general.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) de Estados Unidos descendió en noviembre hasta el 2.7 por ciento, tres décimas menos frente al dato de septiembre, informó el Buró de Estadísticas Laborales (BLS). Se trata del primer reporte de inflación divulgado tras el fin del reciente cierre federal, que impidió la recopilación de información durante octubre.
La inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de energía y alimentos, también mostró una moderación al ubicarse en 2.6 por ciento, una caída de cuatro décimas respecto al informe previo. El dato se situó por debajo de las estimaciones de especialistas, que anticipaban una tendencia de estabilidad alcista debido al impacto de la política arancelaria del presidente Donald Trump.
Las cifras, publicadas hoy con más de una semana de retraso, no alcanzaron el 3.1 por ciento previsto por los analistas. Aun así, el nivel inflacionario permanece por encima de la meta utilizada por la Reserva Federal (Fed) como referencia para definir su política monetaria.
En términos mensuales, entre septiembre y noviembre, tanto la inflación general como la subyacente registraron un avance del 0.2 por ciento, frente a los repuntes previos del 0.3 y 0.2 por ciento, respectivamente.
El índice de energía aumentó un 1.1 por ciento en ese periodo, consolidándose como el principal factor de presión. En particular, el índice de la gasolina subió un 0.9 por ciento. Los alimentos repuntaron 0.1 por ciento, tras el incremento del 0.2 por ciento observado en septiembre.
En comparación interanual, la energía se encareció 4.2 por ciento, mientras que los alimentos avanzaron 2.6 por ciento. Entre las categorías con aumentos destacaron muebles y artículos para el hogar, comunicaciones y cuidado personal. En contraste, alojamiento fuera del hogar, ocio y ropa mostraron descensos.
La publicación del IPC de octubre fue cancelada ante la imposibilidad de recopilar datos de forma retroactiva durante la paralización de la Administración Central, periodo en el que tampoco se difundieron cifras de desempleo ni estimaciones del Producto Interior Bruto.
Durante el histórico cierre de 43 días, la inflación fue la única excepción al apagón de indicadores oficiales, debido a su relevancia para el cálculo del ajuste del costo de vida y los incrementos de los beneficios de la Seguridad Social.
Los datos de septiembre, publicados durante la paralización, mostraron un repunte inflacionario hasta el 3 por ciento interanual, una décima más que en agosto. La inflación subyacente se ubicó también en 3 por ciento, con una leve baja frente al 3.1 por ciento previo.
La ausencia de datos macroeconómicos clave ha reducido la claridad del análisis sobre el panorama económico y ha complicado el proceso de decisión de la Reserva Federal.
