Desplazados sobreviven en espacios improvisados y amenazados por bombardeos.

Testimonios revelan el agotamiento físico y emocional de la población.

Al menos 81 personas perdieron la vida en las últimas horas por los ataques israelíes en la Franja de Gaza, según reportes oficiales. Desde el 18 de marzo, la ofensiva ha dejado a la población civil sin lugares seguros, forzándola a buscar protección en sitios dañados o abiertos, donde la inseguridad y el hambre se sienten más fuertes que nunca.

La situación es crítica. Miles de palestinos desplazados enfrentan la falta de alimentos y refugio, sumidos en una crisis humanitaria sin precedentes. Layla Abdullah, quien se refugia en un edificio destruido junto a su familia, expresó con voz firme pero cansada: “Nos han desplazado una y otra vez. Cada vez que creemos tener un respiro, los drones nos expulsan. No hay lugar seguro.” Añadió que apenas cuentan con comida o agua, y que la sensación de vivir “técnicamente” no se traduce en vida real. “Cada paso que avanzamos, el ejército israelí nos obliga a retroceder miles.”

En otra parte de la ciudad, Samar Abdel Rabbo, desplazada de Jabalia, relató cómo subsiste día a día: “Calentamos agua en una tetera pequeña usando un palo que arde dentro de una lata. Pasamos la primera noche en la calle, hasta que alguien nos dio refugio. Pero sabemos que, si cae un bombardeo cerca, el edificio podría derrumbarse y acabar con nosotros.”

Estos testimonios humanos revelan la compleja realidad de Gaza, donde la población vive entre la destrucción, la falta de recursos y el constante miedo a la violencia. La crisis humanitaria en la Franja de Gaza exige atención urgente para evitar que más vidas se pierdan en medio de este conflicto.