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🔹 Trump afirma que la misión fue “exitosa” y sin bajas
🔹 Teherán advierte represalias y se eleva el riesgo de guerra regional
WASHINGTON. — En una decisión que podría transformar el equilibrio de poder en Medio Oriente, el presidente Donald Trump confirmó este sábado que el ejército de Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares en Irán, alineándose con el operativo militar de Israel para frenar el programa atómico iraní.
“Hemos completado con éxito el ataque contra Fordow, Natanz e Isfahán. Todos nuestros aviones están de regreso, sanos y salvos”, escribió Trump en redes sociales.
El operativo, ejecutado con bombarderos furtivos y una bomba antibúnker de 28,600 libras, apunta a destruir complejos profundamente enterrados, inaccesibles para armamento convencional. Se trata de una movida audaz —y potencialmente incendiaria— justo cuando Teherán ha advertido represalias si EE.UU. se involucra militarmente.
Desde hace más de una semana, Israel ejecuta ataques quirúrgicos para desactivar la infraestructura defensiva y ofensiva de Irán. La incorporación de EE.UU. agrega potencia al frente, pero también riesgo. Analistas advierten que esto podría abrir una guerra prolongada en la región.
En Isfahán, una columna de humo reveló el impacto del ataque. Según el vicegobernador Akbar Salehi, la instalación —dedicada a producir centrifugadoras— sufrió daños severos. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó la agresión y señaló que, aunque los daños son “graves”, no hay riesgo de contaminación.
Mientras tanto, los hutíes en Yemen, respaldados por Irán, amenazaron con reanudar ataques contra buques estadounidenses en el Mar Rojo si continúa la ofensiva.
En paralelo, EE.UU. inició vuelos de salida asistida para civiles desde Israel. La tensión escala. El jefe del Estado Mayor israelí, Eyal Zamir, ordenó al ejército prepararse para una “campaña prolongada”.
Por ahora, Irán lanzó una nueva ronda de drones y misiles, aunque no se han reportado daños significativos. Un oficial israelí, bajo anonimato, declaró que ya han destruido más del 50% de los lanzadores iraníes.
El tablero cambia, y con él, los riesgos crecen.