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Los avances científicos que necesitamos para detener COVID-19

La pandemia de coronavirus enfrenta a toda la humanidad contra el virus.
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Pandemia I: la primera pandemia moderna

La pandemia ha causado un gran daño a la salud, la riqueza y el bienestar. Todos estamos del mismo lado en esta guerra mundial y debemos trabajar juntos para aprender sobre la enfermedad y desarrollar herramientas para combatirla.

La innovación global es clave para limitar los daños en áreas como pruebas, tratamientos, vacunas y políticas de contención.

El crecimiento exponencial de las infecciones requiere cambios en el comportamiento para reducir la tasa de contagio.

A medida que algunos lugares experimentan una disminución de casos, otros pueden sufrir altibajos y brotes persistentes.

Aunque el costo económico es significativo, el cambio de comportamiento ha sido necesario para salvar vidas y evitar el colapso de los sistemas de salud. La reapertura será gradual y requerirá una comunicación clara para comprender y minimizar los riesgos. Los líderes deben promover el cumplimiento de las medidas de prevención.

Diferencias entre paises

La pandemia ha tenido un impacto desigual en diferentes países. China fue el epicentro inicial de la infección y logró contenerla mediante un estricto aislamiento y pruebas exhaustivas. Los países más ricos, con una mayor movilidad de personas, fueron los siguientes en verse afectados. Aquellos que reaccionaron rápidamente, realizando pruebas masivas y aplicando medidas de aislamiento, lograron evitar una propagación a gran escala. La acción temprana también les permitió no tener que cerrar sus economías tanto como otros.

La capacidad de realizar pruebas de manera efectiva explica en gran medida la variación en la respuesta. No podemos derrotar a un enemigo que no podemos ver, por lo que las pruebas son fundamentales para controlar la enfermedad y avanzar hacia la reapertura económica.

Hasta ahora, los países en desarrollo, como India y Nigeria, representan una pequeña parte de los casos reportados a nivel mundial. Nuestra fundación se ha enfocado en ayudar a acelerar las pruebas en estos países para comprender mejor su situación. Esperamos que algunos factores, como el clima, jueguen un papel en la contención de la propagación a gran escala en estas regiones.

Sin embargo, debemos suponer que la dinámica de la enfermedad es similar en todos los países. A pesar de que estas naciones tienen poblaciones predominantemente jóvenes, lo cual podría resultar en menos muertes por COVID-19, esta ventaja se ve contrarrestada por condiciones como la desnutrición o el VIH, que debilitan el sistema inmunológico de muchas personas de bajos ingresos. Además, en entornos con economías menos desarrolladas, resulta más difícil implementar cambios de comportamiento que reduzcan la tasa de propagación del virus. Si vives en un barrio marginal urbano y trabajas en empleos informales para subsistir diariamente, no es fácil evitar el contacto con otras personas. Además, los sistemas de salud en estos países tienen una capacidad limitada, lo que dificulta brindar tratamiento y atención a todos los que lo necesitan, incluso en casos de necesidad de oxígeno.

Trágicamente, es probable que el número total de muertes en los países en desarrollo sea mucho mayor que en los países desarrollados.



Lo que necesitamos aprender

El conocimiento que hemos adquirido sobre la enfermedad nos ayudará a desarrollar herramientas y políticas efectivas. Aún existen muchas incógnitas que estamos investigando a través de diversos estudios, incluido uno en Seattle en colaboración con la Universidad de Washington. La impresionante colaboración global en estos temas nos dará un mayor entendimiento para el verano.

Una de las preguntas importantes es si la enfermedad es estacional o depende del clima. La mayoría de los virus respiratorios, incluido el COVID-19, tienden a tener estacionalidad. Esto sugiere que podría haber menos infecciones durante el verano, lo cual puede llevarnos a bajar la guardia cuando llegue el otoño. Sin embargo, este patrón puede variar en grado. Por ejemplo, ya hemos observado la propagación del nuevo coronavirus en Australia y otros lugares del hemisferio sur, donde las estaciones son opuestas a las nuestras, lo que nos indica que el virus no es tan estacional como la influenza. También nos preguntamos cuántas personas asintomáticas tienen suficiente carga viral para infectar a otros y qué sucede con aquellas que se han recuperado pero aún tienen rastros del virus. ¿Son contagiosas? Los modelos informáticos sugieren que si hay un alto número de personas asintomáticas pero contagiosas, resulta mucho más difícil relajar las medidas sin experimentar un resurgimiento de casos. Aunque existe un desacuerdo en la comunidad científica sobre la proporción de infecciones que provienen de estas fuentes, sabemos que muchas personas infectadas no presentan síntomas y algunas de ellas podrían transmitir el virus.

Otra incógnita importante es por qué los jóvenes tienen menos riesgo de enfermarse gravemente. Comprender esta dinámica nos ayudará a evaluar los riesgos asociados con la reapertura de escuelas. Es un tema complejo, ya que aunque los jóvenes no se enferman tan gravemente con la misma frecuencia, aún pueden transmitir la enfermedad a otras personas.

También nos preguntamos cuáles son los síntomas que indican que alguien debe hacerse la prueba. Algunos países están utilizando la toma de temperatura como una medida de detección inicial. Si esto nos ayuda a identificar más casos potenciales, podríamos implementarlo en aeropuertos y grandes reuniones. Sin embargo, debido a la limitación de pruebas disponibles, debemos enfocarnos en las personas con mayor riesgo.

Otra interrogante es qué actividades conllevan un mayor riesgo de infección. A menudo me preguntan cómo evitar el riesgo al comer alimentos preparados, tocar pomos de puertas o usar baños públicos. Me encantaría tener una respuesta clara para brindarles. Será necesario tomar decisiones basadas en el tipo de reuniones, como clases o asistir a servicios religiosos, y si se deben implementar medidas específicas en esos espacios. Además, en lugares con saneamiento deficiente, la propagación a través de la contaminación fecal puede ser un factor, dado que las personas infectadas eliminan el virus.

También sabemos que las personas mayores tienen un mayor riesgo de enfermedad grave y muerte. Sin embargo, aún estamos trabajando en comprender cómo el género, la raza y las comorbilidades afectan esta susceptibilidad. Estamos en constante progreso en esta área de investigación.



El papel de la Fundación Gates

La Fundación Gates se centra en reducir las muertes por enfermedades infecciosas, invirtiendo en tratamientos y vacunas, y asegurándose de que lleguen a quienes más las necesitan.

Estamos aplicando nuestra experiencia en la actual pandemia, respaldando proyectos de investigación y acelerando el desarrollo de herramientas.

La recaudación de fondos es una tarea urgente para avanzar en estas iniciativas. Sin embargo, aún se necesitan coordinación y discusiones entre gobiernos, la Organización Mundial de la Salud, el sector privado y nuestra fundación para organizar los esfuerzos conjuntos y garantizar un acceso equitativo a nivel global.

Innovación para vencer al enemigo

Durante la Segunda Guerra Mundial, presenciamos una increíble cantidad de innovaciones, como el radar, los torpedos confiables y el descifrado de códigos, que contribuyeron a poner fin a la guerra de manera más rápida. Lo mismo sucederá con la pandemia actual.

Personalmente, veo la innovación en cinco categorías clave: tratamientos, vacunas, pruebas, rastreo de contactos y políticas de apertura. Sin avances significativos en cada una de estas áreas, no podremos regresar a la normalidad ni detener la propagación del virus.

A continuación, me adentraré en cada una de estas áreas en detalle.


Tratos

La búsqueda de nuevos tratamientos para combatir el COVID-19 se encuentra en pleno desarrollo y se están explorando diversas opciones para reducir la carga de la enfermedad. Entre estas opciones, se encuentra el uso de plasma de pacientes recuperados, que se recolecta tras asegurarse de que esté libre de coronavirus y otras infecciones, y se administra a personas enfermas. Este enfoque se basa en la esperanza de que los anticuerpos presentes en el plasma puedan ayudar a combatir la enfermedad en los pacientes afectados.

Además del uso de plasma, se están investigando los anticuerpos producidos por el sistema inmunológico humano para identificar aquellos que son más efectivos contra el nuevo coronavirus. Una vez identificados, estos anticuerpos podrían ser fabricados en el laboratorio y utilizados como tratamientos o incluso como una forma de prevención, a través de la inmunización pasiva. Este enfoque de anticuerpos ha demostrado ser prometedor en la lucha contra otras enfermedades infecciosas, y se espera que pueda proporcionar resultados similares en la lucha contra el COVID-19.

Otra área de investigación se centra en los antivirales, que son medicamentos diseñados para prevenir la replicación y propagación del virus en el cuerpo humano. En este sentido, el Remdesivir, desarrollado inicialmente para tratar el ébola, es uno de los candidatos más destacados en esta categoría y se encuentra actualmente en fase de prueba para determinar su eficacia contra el COVID-19. Si se confirma su efectividad, será necesario ampliar su producción para satisfacer la creciente demanda y garantizar un acceso generalizado.

Además de los antivirales, también se están investigando medicamentos que actúan modificando la respuesta del sistema inmunológico humano al virus. Por ejemplo, la hidroxicloroquina es uno de los medicamentos que han generado un gran interés, aunque los estudios han sugerido resultados mixtos en cuanto a su eficacia en el tratamiento del COVID-19. Otros medicamentos que modulan la respuesta inmunológica podrían ser útiles en etapas avanzadas de la enfermedad, cuando se presentan complicaciones graves.

La Fundación Gates está comprometida en apoyar estos esfuerzos de investigación y ha solicitado a las compañías farmacéuticas que brinden acceso a sus carteras de medicamentos antivirales, lo que permitiría realizar pruebas y evaluar cuáles deben priorizarse para ensayos clínicos en humanos. Esta colaboración con la industria farmacéutica es esencial para acelerar el desarrollo de tratamientos efectivos y garantizar su disponibilidad a nivel mundial.

Aunque aún es necesario realizar más investigaciones y ensayos clínicos, hay una esperanza realista de que se puedan obtener tratamientos efectivos contra el COVID-19 en un futuro cercano. Estos tratamientos podrían marcar la diferencia en la lucha contra la pandemia y permitir un retorno gradual a una vida más normal. Sin embargo, es importante destacar que la investigación y el desarrollo de tratamientos llevan tiempo, y se debe seguir trabajando en paralelo en otras medidas preventivas, como el distanciamiento social y la vacunación, para controlar la propagación del virus.



Vacunas

Las vacunas han desempeñado un papel fundamental en la historia, salvando más vidas que cualquier otra herramienta. Su impacto ha sido evidente en la erradicación de enfermedades como la viruela y la reducción de la mortalidad infantil. En el caso del COVID-19, la única forma de restaurar el mundo a su estado anterior a la pandemia es mediante una vacuna altamente efectiva.

El proceso de desarrollo de una vacuna suele llevar varios años, desde la creación de la vacuna candidata hasta las pruebas clínicas y la aprobación regulatoria. Para acelerar este proceso, los investigadores están comprimiendo las fases y trabajando en paralelo en las pruebas de seguridad y eficacia, así como en la capacidad de fabricación. Sin embargo, no se sabe de antemano qué enfoque de vacuna será exitoso, por lo que se financian múltiples proyectos para aumentar las posibilidades de éxito.

La seguridad de las vacunas es crucial y los reguladores son estrictos en este aspecto para evitar efectos secundarios y mantener la confianza pública. En 2015, se creó la Coalición para las Innovaciones de Preparación para Epidemias (CEPI) para acelerar la investigación y desarrollo de vacunas. Esta coalición respalda enfoques innovadores, como las vacunas de ARN, que han mostrado promesa en el caso del COVID-19.

Las vacunas de ARN son diferentes de las convencionales, ya que proporcionan al cuerpo el código genético necesario para producir proteínas virales y estimular una respuesta inmunitaria. Además de estas vacunas, se están explorando otros enfoques para enseñar al sistema inmunológico a reconocer y combatir la infección viral.

Los ensayos clínicos de vacunas enfrentan desafíos, como encontrar ubicaciones con tasas de infección suficientemente altas y reclutar un gran número de participantes. Sin embargo, se espera seleccionar una o dos construcciones de vacunas prometedoras para su producción a gran escala. Esto requerirá una fabricación a una escala sin precedentes y posiblemente involucrará a múltiples compañías.

La vacunación a gran escala podría tomar alrededor de 18 meses, aunque este plazo puede variar. La duración de los ensayos de fase 3, que evalúan la seguridad y eficacia completas, será un factor determinante en el cronograma. A medida que la vacuna se acerque a la producción, surgirán preguntas sobre la distribución prioritaria, con diversos intereses y prioridades en juego.

A pesar de los desafíos, existe una esperanza realista de que una vacuna segura y efectiva contra el COVID-19 esté disponible en un futuro cercano. La colaboración entre organizaciones, la dedicación de los investigadores y el respaldo financiero están impulsando el progreso en la búsqueda de una solución que nos permita superar la pandemia y recuperar gradualmente la normalidad.



Pruebas

En el contexto de la pandemia de COVID-19, las pruebas son fundamentales para controlar la propagación del virus. Actualmente, la mayoría de las pruebas se realizan mediante hisopos nasales y se procesan en máquinas de PCR. Sin embargo, se están investigando nuevas formas de prueba, como los hisopos autónomos, que los pacientes pueden realizar por sí mismos en la punta de la nariz. Estas pruebas son tan precisas como las realizadas por profesionales médicos. Además, se busca desarrollar hisopos más económicos y fáciles de fabricar a gran escala.

La cantidad de pruebas realizadas en cada país es importante, pero también es crucial utilizarlas de manera efectiva y priorizar a las personas adecuadas para hacerse la prueba. Los resultados de las pruebas deben estar disponibles rápidamente, y se está trabajando en pruebas de diagnóstico rápido (RDT) similares a las pruebas de embarazo en el hogar, que podrían estar disponibles en unos meses.

Es esencial optimizar la capacidad de prueba, tanto con máquinas de alto volumen como de bajo volumen. Además, se debe prestar atención a la estrategia de pruebas a medida que los países consideran la reapertura, priorizando pruebas en casos críticos y garantizando la realización de pruebas en personas expuestas. Las pruebas de serología, que detectan anticuerpos en la sangre, tienen limitaciones y no son adecuadas para determinar si una persona debe ponerse en cuarentena.

En resumen, las pruebas desempeñan un papel vital en el control de la pandemia de COVID-19. Optimizar su eficacia, priorizar su uso en casos críticos y garantizar la disponibilidad de resultados rápidos son aspectos clave para contener la propagación del virus y proteger la salud pública.



Seguimiento de contactos

En mi opinión, una de las prioridades clave en las pruebas es identificar y contactar a todas las personas que hayan estado en contacto cercano con alguien que haya dado positivo. Esto permite que se les realice pruebas y se aíslen rápidamente para evitar la propagación del virus. Algunos países han implementado métodos digitales para rastrear contactos, como utilizar aplicaciones en los teléfonos móviles que registran la proximidad con otros dispositivos. Si alguien da positivo, su teléfono puede enviar un mensaje a los otros teléfonos cercanos para que los propietarios se realicen la prueba.

Creo que la mayoría de los países adoptarán un enfoque similar al de Alemania, que consiste en entrevistar a los pacientes infectados y utilizar una base de datos para realizar un seguimiento de los contactos. Esto implica que el médico informe a la oficina de salud local, que luego entrevista a la persona infectada y se pone en contacto con todas las personas que ha conocido recientemente para que se aíslen y se realicen pruebas.

Sin embargo, este enfoque depende de la precisión de la información proporcionada por la persona infectada y de la capacidad de las autoridades de salud para rastrear y contactar a todos los posibles contactos. Es un desafío para el personal de salud gestionar este proceso de manera eficiente, especialmente cuando los números de casos aumentan. Se requerirá formación adecuada para garantizar que el personal pueda llevar a cabo estas tareas de manera efectiva y mantener la privacidad de la información recopilada. Además, los investigadores deben analizar la base de datos en busca de patrones de infección, siempre respetando la privacidad de los individuos involucrados.



Apertura

La próxima fase de la epidemia en la mayoría de los países desarrollados será una "semi normalidad", donde las restricciones se flexibilizarán pero aún existirán medidas de precaución. Las personas podrán salir, pero con menor frecuencia y evitando lugares concurridos. Las escuelas estarán abiertas, pero los grandes eventos seguirán siendo limitados. Se requerirá un enfoque gradual para cambiar las reglas y evaluar el nivel de contacto y la propagación del virus. Los países podrán aprender de otros con sólidos sistemas de pruebas para abordar problemas que surjan. Se deberá encontrar un equilibrio entre permitir actividades que beneficien la economía y el bienestar humano, pero que presenten un bajo riesgo de infección. Sin embargo, la complejidad de la economía moderna y la interconexión de los diferentes sectores complican la toma de decisiones. Las escuelas serán una prioridad, mientras que los grandes eventos y aglomeraciones requerirán precauciones adicionales. Los líderes a nivel nacional, estatal y local deberán tomar decisiones basadas en los riesgos y beneficios de abrir diferentes partes de la economía. Se necesitará capacitación y personal dedicado para rastrear contactos y garantizar un seguimiento efectivo. La naturaleza humana también jugará un papel, con algunas personas siendo cautelosas y otras más propensas a romper las reglas. En general, se requerirá un enfoque equilibrado y cuidadoso para manejar esta fase de transición.

Conclusión

La pandemia de COVID-19, una crisis sin precedentes en nuestra era, dejará una marca imborrable en la memoria de todos los que la estamos viviendo. Es imposible exagerar el dolor que las personas están experimentando en este momento y que seguirán sintiendo en los años venideros.

Me preocupa especialmente el impacto que esta pandemia está teniendo en las personas pobres y mal remuneradas. La enfermedad está golpeando de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables y a las minorías raciales. Del mismo modo, el cierre económico está afectando en mayor medida a los trabajadores de bajos ingresos pertenecientes a minorías. Es responsabilidad de los responsables políticos asegurarse de que, a medida que el país comienza a abrirse, la recuperación no empeore la desigualdad que ya existe.

Al mismo tiempo, me inspira ver cómo el mundo se está uniendo en esta lucha. Todos los días, mantengo conversaciones con científicos de universidades y pequeñas empresas, directores ejecutivos de compañías farmacéuticas y líderes gubernamentales para asegurarnos de que las nuevas herramientas que hemos discutido estén disponibles lo antes posible. En estos momentos, hay innumerables héroes a quienes admirar, incluidos los valientes trabajadores de la salud que se encuentran en la primera línea de batalla. Cuando finalmente superemos esta pandemia, será fundamental expresarles nuestro más profundo agradecimiento a todos ellos.

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