¡Síguenos!Fueron necesarios 30 días para retirarla de la base de ladrillo con cemento que la sujetaba y colocarla en la plataforma especial en que fue trasladada, la cual tenía 16 neumáticos, que soportaban una estructura de acero y concreto de seis metros de largo, 1.20 metros de ancho y 1.20 metros de profundidad; los cables de retención iban cubiertos de hule espuma.
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A las 10 de la mañana el chofer Pedro Meza Aceves, prendió la máquina y rugió el motor del camión de 290 caballos de potencia con el que se remolcó la estructura. Los preparativos estuvieron a cargo del ingeniero Asunción Escobar Estrada, y de un equipo de 21 personas.
La operación para colocar el monolito en la plataforma requirió de seis diferenciales (juego de cadenas y engranes) de 10 toneladas cada uno.
A una velocidad de 10 kilómetros por hora, la Piedra del Sol salió del Centro por la calle 5 de Mayo, viró hacia Juárez, pasó frente a la Alameda, llegó junto al Caballito, se enfiló hacia el Paseo de la Reforma, y ahí «casi roza las estatuas de Colón y de Cuahutémoc». Tomó el Circuito Gandhi, llegó al Museo.
En una hora y quince minutos, la piedra llegó a su nuevo hogar y se ubicó en la Sala Mexica del museo.
Fue colocada, viendo hacia el Este presidiendo la sala Mexica que tiene una superficie de 2 400 metros cuadrados. Quedó empotrada en una plataforma de mármol de 6 m. de largo, 1.20 m. de alto y 1.20 m. de ancho.
La Piedra del Sol mide 3.60 metros de diámetro y 98 centímetros de lado, pesa casi 25 toneladas y es una prueba de la enorme importancia que los aztecas daban al tiempo y la exactitud con que lo medían aunque –de acuerdo a las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH- no fue usado como calendario.