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Ramaphosa respondió que el problema es la delincuencia generalizada, no persecución racial
El encuentro evidenció tensiones y acusaciones sin pruebas entre ambos mandatarios
En una reunión marcada por la tensión, el presidente Donald Trump confrontó al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa el pasado miércoles en la Casa Blanca, mostrando un video que, según él, prueba una supuesta persecución racial y un “genocidio” contra los granjeros blancos en Sudáfrica. La verdad es que la escena fue algo inesperada: Trump bajó la intensidad de las luces para hacer más dramático el momento, mientras hojeaba documentos con cifras y detalles, insistiendo en la narrativa que defiende desde hace tiempo.
Ramaphosa no se quedó callado y le aclaró que el video y las afirmaciones no reflejan la realidad. “Tenemos una democracia que permite expresarse a todos”, dijo, explicando que la violencia es un problema general, que afecta a toda la población, sin discriminación racial. Además, recordó la enseñanza de Nelson Mandela sobre la importancia del diálogo para resolver conflictos
.Este encuentro reflejó, más allá de la política, un choque de visiones profundas. Trump, conocido por su enfoque selectivo sobre los derechos humanos, llevó al Despacho Oval argumentos que muchos expertos y estadísticas niegan. Por ejemplo, aunque hay violencia en Sudáfrica, las estadísticas oficiales no confirman que los granjeros blancos sean objetivos específicos o que vivan una situación de genocidio. Incluso, la economía favorece a los blancos en comparación con otros grupos.
En contraste, Ramaphosa llegó con un ánimo conciliador, llevando como invitados a dos famosos golfistas sudafricanos y regalando un libro sobre golf a Trump, intentando suavizar la reunión con gestos de cortesía. Sin embargo, la conversación tomó otro rumbo cuando un periodista cuestionó directamente a Trump sobre su postura.
Este encuentro recuerda episodios previos en la Casa Blanca, como la tensa reunión con el presidente ucraniano Zelenski, donde Trump mostró un estilo confrontativo y poco dispuesto a escuchar perspectivas contrarias. La diferencia aquí es que la disputa gira en torno a una narrativa de persecución que Sudáfrica rechaza firmemente.
Con informacíon de The New York Times en Español