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Una posible prórroga de 90 días mantiene viva la esperanza de acuerdo.
Disputas por fentanilo, petróleo ruso y tierras raras tensan la negociación.
La relación comercial entre Estados Unidos y China vive este martes un momento clave: expira la tregua arancelaria pactada en mayo en Ginebra, que redujo 115 puntos porcentuales de tarifas cruzadas y frenó una guerra comercial que amenazaba cadenas de suministro globales.
A dos días del plazo final, Washington y Beijing aún no cierran un acuerdo definitivo. Según el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, existe un “principio de acuerdo” para evitar aranceles que podrían superar el 80 % sobre importaciones chinas. El representante comercial Jamieson Greer advirtió que, sin consenso, las tasas se dispararían, mientras que el secretario de Comercio Howard Lutnick abrió la puerta a una nueva prórroga de 90 días.
Las conversaciones, que pasaron por Ginebra, Londres y Estocolmo, también tocaron puntos sensibles: el papel de China en la producción de precursores químicos para fabricar fentanilo, su importación de petróleo ruso y el dominio del 70 % de la producción global de tierras raras, esenciales para la tecnología de alto rendimiento.
Beijing defiende su derecho a comerciar libremente, mientras que Trump mantiene la presión con amenazas de sanciones. Una reunión en Alaska entre Trump y Vladímir Putin podría reconfigurar el tablero geopolítico y definir si la tregua se prolonga o si la guerra comercial regresa con más fuerza.